Llantos de Libertad

Cuando te pasas la vida convenciéndote, una y otra vez, de que sólo sirves para ser el objeto de las “bajas pasiones”, de los otros. Lo repites con tal ahínco y frecuencia, y hasta con vehemencia, que llega el momento en que tú mismo te crees que esa situación de vida es la que te define como persona … ¡como SER!.


La vorágine íntima de autocensura te imposibilita para vislumbrar el haz de luz que se cuela entre las tinieblas internas y toda la basura que en otrora caracterizaba tu vivir.


¡Algo nuevo está brotando…¿Es que acaso no lo notas?. ¡Yo te he llamado y te he escogido para sellar contigo mi nueva alianza!...¿No es esto suficiente para que creas?


La sola presentación de imágenes referentes de aquel pasado desencadena un vertiginoso torbellino de recuerdos que te dejan sin aliento, te paralizan y hasta te nublan la razón; a tal grado, que hasta tu pensamiento llega a paralizarse.

Huyes de aquel lugar, lejos del amenazante mundo… ¡tu propio mundo interior, tú mundo actual, tú presente, tú ahora! … Ese mundo para ti desconocido “parecido a…” pero “tan diferente a”…

Se agolpan en tu pecho sensaciones turbias, lágrimas pueblan tus ojos, falta el aire a tus pulmones y el desconcierto mece tan atropelladamente tus pensamientos que pareciera que no piensas.


¡Desazón!
¡Desazón!
¡Desazón!

Eres tú hoy la visitante que mora en mi corazón.

¡Malo, parece!
Pero, ¡realmente, malo es?
¡Las apariencias engañan!
¿y que tal… SI?
En lugar de aquel rotundo… ¡NO!

No tengo la última palabra,
Esa te la reservas TU,
Misericordioso Señor,
En tus manos encomiendo mi espíritu.



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