El más grande amor......

El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él, dice el Señor (Jn 6, 56)


Habiendo CRISTO pagado un alto precio. el precio de su sangre, por las culpas de cada uno de nosotros, nos empeñamos en dificultar el transcurrir de nuestras vidas.

Sellamos con sangre los éxitos que nos labramos y/o con el dolor físico y emocional de quienes decimos "amar", así como los efímeros logros y triunfos de esta pasajera estadía en la vida terrena.

Les dejo la paz, les doy mi paz. La paz que yo les doy no es como la que da el mundo. Que no haya en ustedes angustia ni miedo (Jn 14, 27).

¿Por qué desconfiamos? ¿Entonces por qué me angustio? ¿te angustio? ¿Nos angustiamos?.

Es el mal... con sus constantes asechanzas quien siempre esta cercándonos.

Hemos de mantenernos vigilantes,  "Estén despiertos y recen para que no caigan en la tentación. El espíritu es animoso, pero la carne es débil" (Mt 26, 41). Miren que los envío como ovejas en medio de lobos: sean, pues, precavidos como la serpiente, pero sencillos como la paloma (Mt 10, 16), para poder vencer los infatigables embates del maligno.

Mas tú, Señor, eres mi escudo, mi gloria, el que levanta mi cabeza. Tan pronto como llamo al Señor, me responde desde su monte santo (Sal 3, 4-5). La oración y confianza en el Señor nos han de dar la victoria.

Sólo en la confianza tuya Señor de quien quiera ser el más grande que se haga el más pequeño (Mc 10, 41-45), he mi victoria de alcanzar.

El enderezar o limpiar el camino, no es algo que se logre de una sola barrida.


Las flores que componen las diferentes etapas de nuestras vidas, se ha separado en pétalos sueltos ante nuestros ojos, como consecuencia de nuestras propias acciones.


Vemos con melancolía su pasada belleza... La belleza de lo que habíamos cultivado y que nosotros mismos... hemos deshojado.

Esta realidad yace como pétalos sueltos... algunos marchitos y ya muertos (Aquello que no podremos rescatar).

Otros aún conservan algo de su aroma y esplendor, de lo que otrora fue (aspectos de nuestras vidas por mejorar).

El sólo hecho de recogerlos, nos evocan la hermosura y esplendor de la naturaleza humana y divina, que en su inmenso amor DIOS nos dejó.

Cristo acerca la divinidad suprema al hombre... más eleva la imperfectibilidad humana a la inconmensurable perfectibilidad divina.


Re-establecer del orden, en nuestras vidas requiere de muchas barridas; una y otra; y otra donde en consecuentes y frecuentes, pasos y/o revisiones, logremos alcanzar la limpieza del templo interior para que el orden completo llegue a renovar la faz de la tierra (la vida de todos y cada uno de nosotros).

Todos estamos llamados a la paz de Cristo... todos hemos de llegar a SER SANTOS...

Que el Señor les bendiga


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