Y... algo mas (1era. Parte)

    En la vida del ser humano suceden, a lo corto y/o largo de su existencia, un sin fin de situaciones... algunas agradables, otras no tanto y unas, en definitiva, totalmente desagradables.

     En fin, situaciones éstas, a las que no le hallamos, ni pies ni cabeza, al encontrarnos inmersos en la vorágine de nuestra cotidianidad... la cual nos conduce como una hoja seca... ¡a dónde mejor le parezca...!

     Desentrañar el propósito o misión que estas experiencias significan en nuestra vida, sólo es comprensible cuando encendemos la Luz, cuando nos permitimos escuchar a la Voz de nuestra conciencia; cuando acallamos y frenamos, bajo la gracia divina todos esos afectos y emociones desordenadas con el santo temor y divino amor.

     Alcanzar la madurez espiritual resulta ser una especie de montaña rusa... donde en un momento nos ubicamos en la cresta (cúspide o cima) y al otro estamos en el foso (fondo u hoyo)... Pasando desde los estados más sublimes de gracia, alegría y júbilo hasta los estadios depresivos más profundos, producto del cúmulo de zancadillas presentadas por el enemigo de Dios; a saber: las tentaciones que nos alejan de Él.

    Estas reflexiones obedecen a un proceso retrospectivo personal, motivado por la búsqueda de respuestas ante un estadio depresivo que amenazaba con alejarme del camino recorrido de la mano del Hacedor Universal... Lento y sinuoso ha sido y continuará siendo la ruta hacia la Meta Final.


Más por la recompensa definitiva... 
¡bien vale la pena el tropezar... 
lo interesante del asunto ... 
es el perseverar!

    Se hace necesario deslindarse de ataduras humanas que limiten el libre y cónsono obrar en la Construcción del Reino... 


     Liberarse de realidades que nos perturban interiormente... se vuelve menester.

"En aquel que cumple la palabra de Cristo...
el amor de Dios ha llegado a su plenitud"
(1 Jn 2, 5)


FAREWELL

Con la mirada bañada de tal desconsuelo,
jugándole una treta al corazón;
se encuentran en desasosiego
los sentimientos y la razón.

Las lágrimas le cubren los ojos.
El silencio le oprime el pecho.
Mira en derredor y siente enojo
Al saber que no estarás en su lecho.

Colmóse de confusión los pensamientos.
Es imperioso, olvidar.
No existe más nada que dar.
Sólo queda el sufrimiento.

Doloroso entendimiento,
cuan difícil de resistir.
Es imperioso, avanzar,
Sólo ¡adios!... se puede decir 

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